sábado, 23 de enero de 2010

verso tú, verso yo


A mis deditos congelados les duele la cabeza,
y el paracetamol no llega a esas latitudes de mi cuerpo.

Mis huellas no tienen identidad desde que no tocan tu piel,

la verdad es que de la poca identidad que me queda,
me empiezo a arrugar...
Como si hibernase en la bañera.

No tengo ganas de esperar una carta con tu nombre, he jugado sucio,

tan sucio que redimirme sin nuevos colchones no ha servido,

tan sucio que no recuerdo qué zapatos te gustaban,
si eras de whisky o ron.

Ya no vivo engañada, sé que los príncpies azules
son un invento del corte inglés

que todo lo fantástico se vuelve real.

Ya no los quiero azules, que sean rojos, magnéticos,
que me den calambres por todos lados,

que sean la oposición total a esas marionetas Disney...

No quiero que me traigas flores los 14 de febrero

y tampoco esos besos debajo del muérdago, si puede ser
,
prefiero que te olvides de nuestro aniversario,
que tus sonrisas mañaneras
me alegren todos los días de mi vida.

Ya no le tengo miedo a las canas, a las cifras altas,
sabes que solo me queda el miedo a lo convencional.

A lo convencional, a las camas desarmadas y a las almohadas vacías

así que más me vale firmar este pacto en silencio, tú, yo,
y este viento, para comprobar que seguimos vivos

que seguimos bebiendo alcochol,
y estamos más unidos que la coca y tu nariz.

Perdona esta manía mía de exagerarte, pero se me atropella el tiempo,
el espacio y es la forma más breve de decir que no se te ocurra escurrirte
otra vez.

A lo mejor es cosa mía pero estoy cansada de romeos de falsa marca,
y falsos galanes.








Canijosa y Elena.

1 comentario: