sábado, 23 de enero de 2010

No me mires por la calle


Ya es hora de pisarte fuerte,
de destrozarte los zapatos,
y si me fuera posible, también la vida.

Las farolas luchan unas contra otras,
tu coche no ha pasado a recogerme.
Dices que no estás bien,
que ya no soy tan linda,
que te pesa el alma
y más mentiras que no merecen
ni salir de tu garganta.

Me apresa el dolor tibio,
palabras “uno más, uno menos”,
la taza de leche fría.
No le hablo a las mañanas,
menos aún a tus madrugada.
Tengo la manía de recortar los días,
llamar a cada momento por su nombre.
Ahí soy como otra cualquiera.

Me matan las ansias de señalarte,
hacerte culpable,
romperte las noches,
estrujarte y luego dejarte con ganas.
Porque ahí soy como otra cualquiera.

De vez en cuando me pinto
unos ojos más grandes,
unos labios más rojos.
Bebo cerveza para quedarme
en el cuello de la botella.
Mi huella roja, la vie en rouge.
Algún día se te deshará el cerebro,
Me teñiré y nos iremos acoplando en órbitas aparte.
(lado a lado, beso a beso, mes a mes,
como las facturas eternas).


Mis artistas son míos,
los mantengo a bocados,
los pongo rojos a base de labios.
Te mueres de envidia y de miedos,
codo con codo, compañía fácil.









Elena.

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